Nuestro cuerpo se debe recuperar de los cambios producidos durante la gestación y parto, que en muchas ocasiones no ha sido el que nos imaginábamos o deseábamos, tenemos que recuperarnos de una cesárea, etc. Pero también es una etapa de cambio y adaptación a la nueva situación, tenemos un bebé al que amamantar, cuidar y proteger y, para ayudarnos, la naturaleza ha planificado una serie de cambios hormonales muy potentes que, no sólo ayudan a la supervivencia del bebé, si no que nos provoca un estado de inestabilidad emocional muy intenso en el que podemos sentirnos descolocadas, sobrepasadas y que puede provocarnos inseguridades, que antes no teníamos, y con ellas, el miedo.